LA LINTERNA DE LAS TRIBUS PERDIDAS.- La noche que el Señor sacó a todos los israelitas del Imperio Asirio, para poder avanzar por el oscuro desierto, el mismo Señor Jesucrito, Jehová de aquellos tiempos, tomó un pedazo de sol, con el cual fabricó una maravillosa linterna, muy potente; y desde la retaguardia alumbró a todo el pueblo sufriente que caminaba rumbo a la liberación. Ellos sólo descansaban en los lugares altos. Luego de su último descanso en un lugar alto, era como las 6 de la tarde, cuando les hizo bajar hacia una playa, casi tipo acantilado. Para bajar, el Señor había acondicionado un sector, formando gradas rústicas con rocas, y por ahí bajaron. Luego, formó en el mar un túnel con las aguas, de manera que el piso estaba seco, y en forma de arco se había formado el túnel; pero por la superficie, las aguas permanecían igual, eso no se alteró. La linterna seguía alumbrándolos a través del túnel, pasaron algunas peripecias, hasta que llegaron a una pared lisa de piedra, y no había más pasada. Entonces, el Señor dibujó con su dedo en la roca lisa, una forma de puerta de trapecio, y la puerta se abrió. Al otro lado de la puerta, estaba de día, todo muy alumbrado, y los israelitas comenzaron a pasar uno por uno, con los rostros radiantes de alegría. Después de que todos pasaron, el Señor selló la puerta, y quedó como estaba antes de que pasaran. Previamente, le entregó a su siervo Gazelem, el urín y el Tumín, para que pueda guiar a su pueblo en esa nueva morada.
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